Por Alfonso Ortiz
«Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad)» (Efesios 5:8-9).
Génesis 1:3,4: Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Desde el principio de la existencia, cuando Dios creó los cielos y la tierra, se encargó de separar dos elementos irreconciliables: la luz y las tinieblas. Desde el comienzo, se manifestó claramente una lucha entre estas dos condiciones. Por un lado, está Dios, que es la personificación de la Luz, y por otro, el mundo que estaba sumido en las tinieblas, dominado por Satanás y sus ángeles. Las tinieblas se pueden ver como símbolo del mal y de la ignorancia de Dios y Su verdad, mientras que la luz se puede considerar como símbolo de la rectitud, la vida, la verdad y los caminos de Dios.
Esta lucha ha existido desde el principio del tiempo y llegó a su punto máximo cuando Dios decidió intervenir para separar y destruir las tinieblas a través de la encarnación de Cristo. Fue en ese momento cuando la Luz llegó a este mundo: El mundo estaba en tinieblas, en ignorancia y en la esclavitud del pecado y la muerte como dice Mateo 4:16: El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció.
Jesús vino como luz para disipar las tinieblas y cuando el estaba en agonía en la cruz dice el relato bíblico que todo se oscureció y hubo tinieblas hasta que el expiró. Marcos 15:33: Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. En este evento se cumplía en un forma asombrosa varias profecías que hablaban del dia del Señor por ejemplo en Amós 8:9: Acontecerá en aquel día, dice Jehová el Señor, que haré que se ponga el sol a mediodía, y cubriré de tinieblas la tierra en el día claro. Pero lo más increíble fue cuando llegó el tercer día los soladados vieron salir una gran luz y la piedra que tapaba el sepulcró donde estaba el cuerpo del Señor se removió y salió Cristo con su cuerpo resucitado, ni las tinieblas, ni la muerte pudieron prevalecer sobre El, triunfó sobre ellas y por eso es el Rey de reyes y Señor de señores.
Juan 1:5: La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella «Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.» (Juan 9:5). «Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. » (Juan 12:46).
Sin embargo, para muchos es un problema que la luz nos alumbre mucho. Cuando una luz penetra en la oscuridad, revela todo lo que se encuentra en esa habitación. Y cuando vino Jesús, la Luz de Dios, reveló la verdadera impureza o pecado de las personas que le rodeaban: «Romanos 3:23: por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Cuando nuestros ojos, están adaptados o acostumbrados a la oscuridad, y luego son expuestos a una luz potente, nos escondemos porque nos molesta y no podemos soportarla. De la misma manera sucede con la mayoría de las personas, quienes no desean que la Luz de Cristo que es la verdad, alumbre sus vidas porque no quieren reconocer su propia naturaleza o maldad porque están acostumbrados a vivir en esa oscuridad. «Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. » (Juan 3:19).
Estas palabras de Jesús plantean un gran dilema y es que el afirma que los hombres aman más la tinieblas, y siendo esta su condición es imposible que ellos por sus propios medios se acerquen o busquen la luz porque ni siquiera la aman.
Pablo también llegó a esa misma conclusión en Romanos 3:11,12 :No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios.Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
El ser humano ni ama la luz o la verdad de Cristo, ni entiende ni busca a Dios por sí mismo, el solo puede recibir a la perfecta Luz que es Cristo por la obra soberana y sobrenatural de Dios mismo. Es el mismo Dios que en el principio ordenó la separación entre la luz y las tinieblas, sólo él es capaz de decir en nuestros corazones a través del Espíritu que está en su palabra: «¡Hágase la luz!» (2º Corintios 4:6). Cristo es el único medio por el cual podemos ser trasladados de un bando a otro, de un reino a otro. «Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado» (Colosenses 1:13).
Esta salvación solo llega por su gracia por medio de la fe, que el mismo Dios nos da cuando escuchamos su voz que está escrito en el verdadero evangelio. Como dice en Efesios 2:8: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
Por eso es tan importante predicar el evangelio para que esa fe se active e los hijos de Dios al escuchar su palabra viva, ya que la fe viene por el oir la palabra de Cristo.
Un versículo bíblico que ilustra cómo Dios puede abrir los ojos de la fe a través de la predicación del Evangelio está cuando Jesús encomendó al Apóstol Pablo que proclamara su evangelio: «para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. » (Hechos 26:18).
Esta no es una batalla sacada de una película de ciencia ficción, donde el lado oscuro lucha contra «la fuerza» (como en la Guerra de las Galaxias). Es una lucha real en la que la vida de cada ser humano está en juego. En este mundo, no existe ninguna fuerza capaz de contrarrestar la maldad. Todo el mundo estaba bajo la maldición, pero la única Luz verdadera ya ha venido, ha muerto y ha resucitado para nuestra salvación y nuestra esperanza de una vida eterna desde ahora y para siempre. «Jesús les habló nuevamente, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12). La salvación es ahora, y el juicio de Dios se basa en el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. Cuando El nos alumbra se manifiestan las intenciones de nuestros corazones, los ojos del entendimiento son abiertos y Su Luz resplandece en nuestra mente.
Cuando Cristo murió en la cruz hizo una circunsicion no hecha a mano separando el cuerpo pecaminoso carnal que está viciado y lleno de deseos engañosos y separó asi las tinieblas (carne) de la luz (mi espíritu porque somos hijos de luz). Veamos los siguientes versículos que respaldan lo anterior Colosenses 2:11: En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; Efesios 4:22: En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, Juan 12:36: Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.
1 Tesalonicenses 5:5: Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Por lo tanto si ya somos hijos de luz y Cristo separó la carne y de mi espíritu entonces debemos ser luz para otros alumbrando primero el interior de mi vida y luego a mi alrededor. Pero esa luz debe ser conforme a Cristo que es la luz verdadera que tiene el poder de iluminar la mente, por medio de su evangelio de la gracia como dice en Juan 1:9: Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
Cristo es la luz verdadera
La humanidad lucha contra diversas formas de oscuridad que la rodean, una oscuridad intrínseca al ser humano. En su lucha, recurre a varias ‘luces’, destellos fugaces pero falsos que son completamente ineficaces para contrarrestar el poder abrumador de las tinieblas. Las luces fabricadas por el hombre pueden tener un propósito temporal y limitado en los asuntos humanos: la educación combate la ignorancia, la formación y la riqueza cultural combaten la falta de identidad social e histórica, las artes combaten la ociosidad y los vicios asociados, el deporte combate las enfermedades mentales y físicas, entre otros. Sin embargo, todas estas ‘luces’ y muchas otras presentes en la vida cotidiana, aunque sean positivas en muchos casos, son solo temporales y nunca pueden erradicar la verdadera oscuridad del ser, la cual es espiritual. Incluso los sistemas religiosos pueden parecer ‘luces’, pero al igual que las demás, solo pueden brillar temporalmente y nunca vencer la verdadera oscuridad. Cristo, la verdadera luz, vino a este mundo, habitó en él, caminó por él, se manifestó y resplandeció en medio de las tinieblas propias de este mundo. Fue un día maravilloso cuando esta verdadera luz se encarnó en el vientre de una humilde mujer judía para cambiar el mundo para siempre. Desde entonces, hasta el día de hoy, no ha dejado de brillar. No importa cuán poderosas sean las tinieblas en nuestra vida, cuando escuchamos el poderoso evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, permite que esa verdadera luz ilumine a todo ser humano, y todas las tinieblas tienen que desvanecerse.
Somos hijos de luz
Jesucristo nos dice que ahora sus hijos somos luz para iluminar las tinieblas de esta mundo. Mateo 5:14: Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. También nos dice que no se puede esconder esa luz, o ponerla debajo de la cama, esa luz hay que ponerla bien alto para que todos sean alumbrados, como en Lucas 8:16: Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz. Esa luz es Cristo en nosotros, debe alumbrar de acuerdo a lo escrito, no según mis opiniones o ideas personales para que su luz sea efectiva y pueda quitar tanto las tinieblas o el velo de nosotros mismos como el de las personas que nos escuchan o ven nuestra vida y asi ellos pueden ver la gran salvación que Dios nos ha dado.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:14-16). Cómo vivimos y cómo amamos a los demás revela la luz de Cristo en nosotros . Pablo les recuerda a los creyentes el mensaje de Jesús de que somos una luz sobre un monte que no se puede ocultar (Filipenses 2:15). Cuando tenemos la luz de Jesúcristo, no podemos ocultarla, ¡y por qué habríamos de hacerlo!
Aquellos hombres dieron testimonio en el pasado de la verdadera luz que es Cristo, y afirmaron: ‘Hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de amor y verdad’. La gran lucha entre la carne (tinieblas) y el espíritu (la luz) comenzó y aún continúa. Una y otra vez, de manera inexplicable pero real y poderosa, cuando se proclama el evangelio de Cristo, su luz resplandece en medio de las tinieblas de este mundo, y estas huyen, retroceden, no pueden resistir su brillo. Sin embargo, al igual que en aquel entonces cuando la verdadera luz caminó entre nosotros, algunos la recibieron, mientras que otros la rechazaron. Esta decisión es crucial en la lucha entre la carne y el espíritu, entre el reino de Dios y los reinos de este mundo entre la verdad y la mentira. Es una batalla dentro de cada ser humano, en su mente, y cada uno determina según como alimente su espiritu, según cuanto aceite tiene su lámpara, determina quién prevalecerá.
¿Es nuestra vida hoy un lugar donde la verdadera luz resplandece en medio de las tinieblas de nuestro carne contaminada? El problema no es la presencia de las tinieblas; el verdadero problema radica en la falta de luz. Cuando la luz que es Cristo está presente en nuestro ser, podemos estar seguros de que toda forma de oscuridad que haya habitado en nosotros se desvanecerá para siempre en este maravilloso proceso.» Llegará un momento en que esa luz, esa vida de Cristo se manifestará en toda su plenitud entonces podemos decicomo Pablo en Colosenses 3:4: Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Luz o tinieblas
Mira, es posible que la luz que hay en ti se convierta en tinieblas…» (Lucas 11:35)
Llegamos ahora al tema cental de este estudio, es nuestra luz verdadera o se ha convertido en tinieblas. A nuestro alrededor hay muchas vidas destrozadas, tanto en nuestro mundo como en nuestros hogares. Quizás tengamos familiares y conocidos que están pasando por momentos difíciles, e incluso hay personas desconocidas que también sufren. En nuestra sociedad, se utiliza un símbolo comúnmente conocido como el yin yang. Las mujeres lo llevan en caravanas, pendientes, colgantes y prendas de vestir. Este símbolo representa el equilibrio entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal. Se nos dice que debemos tener equilibrio, compartir, tolerar, callar y respetar.
Pero ni Jesús, ni Pablo ni las escrituras nos hablan de un equilibrio entre la luz y las tinieblas sino de una lucha entre ambas, no hay un punto neutral o se está en la luz o se está en tinieblas. Como cristianos que caminamos en la luz, no jugamos con las tinieblas, y yo diría que no toleramos las tinieblas. Por eso, no me quedo callado, denuncio, repudio y reprendo las tinieblas. Pablo nos exhorta muchas veces a oponernos a toda obra de las tinieblas, de maldad, toda obra carnal, y todo lo que vaya encontra de la verdad de Cristo. Efesios 5:11: Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;.
Romanos 7:23: pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. Jesucristo en la cruz salvó mi espíritu pero la carne la dejó igual, es más dice la palabra que el pecao fue condenado en la carne, ahí encerró las tinieblas, la maldad.
Esa naturaleza débil nos hace propensos a ser campos fértiles para las tinieblas, lo cual convierte nuestra vida en una lucha contínua. Por eso Pablo clama en Romanos 7:24: ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Por eso es tan importante que en nuestra mente esté la información correcta, el evangelio de la gracia, no llenarla de falsas luces o conocimientos que no aprovechen a mi espiríritu. Desde el principio, Dios separó la luz de las tinieblas, como dice la Biblia. Una era buena y la otra era mala, pero la humanidad rebelde cambió esa evaluación, llamando a lo bueno malo y a lo malo bueno. La luz, queridos hermanos, está relacionada con la alegría, la bendición y la vida, mientras que las tinieblas están asociadas con el dolor, la adversidad y la muerte.
Desde los albores de la humanidad, la luz ha simbolizado la presencia y el favor de Dios, a diferencia de las tinieblas, que hablan del juicio divino. Siempre ha habido una marcada diferencia entre la luz y las tinieblas, si lees la Biblia encontrarás esto. Ahora te pregunto, querido oyente, ¿qué deseas para tu vida? ¿Quieres la presencia y el favor de Dios, la alegría, la paz? ¿O prefieres el dolor, el sufrimiento, las tinieblas y la muerte, alejado de Dios? Te invito a considerar brevemente el efecto de las tinieblas. Es interesante que, por ejemplo, un amigo de Job, Eliú, dijo que a causa de las tinieblas no podemos ordenar nuestras ideas. En el capítulo 37, verso 19, se dice que las tinieblas nos impiden organizar nuestros pensamientos.
Jesús afirmó en Juan, capítulo 12, verso 35, Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Presta atención y reflexiona sobre esto. Cuando nos encontramos en tinieblas, nuestras ideas se desordenan, nuestra mente carece de claridad sobre el futuro. En Isaías, capítulo 8, versos 19 al 22, encontramos algo interesante: «Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.
Hay muchos que responderan: ‘¡No! El pueblo debe consultar a su Dios. ¿Acaso los vivos deben consultar a los muertos? Pero ellos están consultando y recibiendo conocimiento que no es de Dios, onsultando con personas que están muertas espiritualmente porque tienen un evangelio de obras muertas o peor aún un conocimiento en donde Jesucristo no es su salvador y mucho menos su Rey. ¡A la ley, hoy en el nuevo Pacto es la ley del espíritu de vida y al testimonio de Cristo ! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no les ha amanecido la luz’. Pero reflexionemos sobre las consecuencias que siguen: aquellos que andan en tinieblas, consultando a los muertos en contra de la Palabra de Dios, buscando adivinos y encantadores, pasarán por la tierra fatigados y hambrientos. Y cuando tengan hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, mirarán a la tierra y solo verán tribulación, tinieblas, oscuridad y angustia; serán sumidos en las tinieblas.»
Pero deben sabes una cosa, tengo una maravillosa noticia para ti: Dios siempre desea sacarte de las tinieblas. Sí, Dios realmente quiere sacarte de las tinieblas. Jesucristo vino a buscar y salvar a los perdidos, como se menciona en varios pasajes de la palabra. Romanos 5:18: Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
En Juan, capítulo 3, versos 19 al 21, Jesús habla con Nicodemo y dice que la condenación consiste en que la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace lo malo aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas. Pero aquel que practica la verdad viene a la luz para que se vea claramente que sus obras están hechas en Dios. Además, en Juan 8:12, Jesús afirma que aquel que lo sigue no andará en tinieblas.
Concluimos
Entonces queda claro que la condenación es andar y vivir en tinieblas, porque tal persona no disfruta de los beneficios de la gran salvación que Cristo nos dio en la cruz, más bien viven en oscuridad, angustia, temor a la muerte y la perdición eterna. Por eso Pablo afirma lo siguiente Romanos 8:1:Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Querido hermano hoy es el día de salvación, escuche el evangelio de la gracia, para que Cristo active la fe en ti y veas la salvación que has recibido por gracia, así puedas también ver la posibilidad de involucrarte, en el reino de la luz, en el reino de Jesucristo.
También se dice en Juan 12:46 que aquel que cree no permanece en tinieblas. Mucho antes de que Jesucristo viniera, el profeta Isaías, en el capítulo 50, verso 10, dijo: «El que anda en tinieblas y no tiene luz, confíe en el nombre del Señor y apóyese en su Dios». ¡Qué maravilloso! ¿Has confiado en el nombre del Señor? ¿Has confiado en Jesucristo como tu Señor y Salvador? Él es la luz del mundo.
Quiero leerte un pasaje más para que analisis si estás en luz o en tinieblas, en Romanos, capítulo 13, versos 10 al 14, y con esto concluyo: » El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.».
Querido hermano, vístámonos de Jesucristo, porque en él no hay tinieblas. No podemos servir a dos señores, o estamos en la luz o estamos a en las tinieblas.